El informalismo es un movimiento artístico que aparece en Europa a finales de los años cuarenta en el que se utiliza un lenguaje abstracto donde los materiales desempeñan un papel decisivo.
El término se debe al crítico francés Michel Tapié, que en 1951 empieza a utilizar los conceptos art informel (arte informal) y art autre (un arte diferente) a propósito de las obras de Dubuffet y Fautrier. El término informalismo es complejo y en él cabe integrar otras tendencias como matérica, gestual, tachismo y espacialista. En el informalismo encontramos una fuerte presencia de la personalidad del artista a través de las técnicas o materiales empleados, una exaltación del azar y la improvisación, un rechazo de la construcción premeditada y una base ideológica fuertemente vinculada con el existencialismo. Además de descatarse en el informalismo Dubuffet y Fautrier, también vale la pena mencionar a: Wols, Hartung, G. Mathieu, Burri, Soulages, Michaux, Riopelle. En España el informalismo alcanza un enorme auge en la década de los cincuenta en una generación de artistas cuyos lenguajes fluctúan entre el informalismo europeo y el expresionismo abstracto americano. Entre ellos podemos destacar a pintores como: Tàpies, Guinovart, Puig, Saura, Millares y Canogar, entre otros.
Aún más que en Estados Unidos, en Europa se hizo patente la imposibilidad de retomar el camino interrumpido y desvirtuado por la II Guerra Mundial. Al otro lado del telón de Acero, se impulsó el realismo socialista y París perdió su lugar central en el arte internacional tras su ocupación nazi y la dispersión de sus artistas. No obstante, Picasso, Miró, Braque o Matisse siguieron trabajando en Francia e influyendo en las nuevas generaciones.
La inviabilidad de caminos formalistas de ideología definida y el surgimiento de teorías filosóficas existencialistas desembocaron en el refugio de los artistas europeos en la subjetividad individual y en la renuncia a lo que no fuese expresión del abismo interior.
Las cinco diferencias fundamentales entre el Informalismo y el Expresionismo Abstracto son las siguientes:
- Estados Unidos, poder emergente, iniciaba también en lo cultural una nueva era desde una renovada conciencia nacional, sin embargo, la cultura de una Europa devastada hablaba de duelo.
- La escala de las obras de la Escuela de Nueva York era épica y grandiosa; la de los informalistas, más íntima y reducida.
- En E.E.U.U. se da mayor importancia a la pincelada dramática (lo dinámico); en Europa, a la materia (lo estático). Son modos distintos de relacionar tiempo y pintura.
- En cuanto a actitud estética, el arte americano es más audaz, consciente de su impacto; el Informalismo tiene un sentido más silencioso, intimista, poético y concentrado.
- Los informalistas no mantuvieron las estrechas relaciones personales de los americanos ni lograron su apoyo comercial hasta más tarde.
Entre ambos movimientos también hay semejanzas: surgen del mismo sentimiento dramático provocado por el golpe moral de la guerra y los totalitarismos, que en ambos casos derivó en una exaltación del individuo como último refugio; comparten contradicciones y dilemas (improvisación/fórmula, tragedia/belleza, abstracción/representación) y dentro de las dos corrientes podemos hablar de personalidades diferenciadas más que de estilos unitarios, en consonancia con su común idea de arte como expresión de lo individual.
Los informalistas, desencantados de utopías colectivas o ciencias positivas, apuestan por el recurso único y último de lo subjetivo, irracional e inmediato como verdad innegociable y como forma de relación con uno mismo y con el entorno, del que interesa lo más humilde y hasta entonces despreciable. Se propone una aproximación a lo más profundo, haciéndolo emerger.
EL INFORMALISMO EN ESPAÑA
La Guerra Civil Española y la I Bienal Hispanoamericana de Arte.
La Guerra Civil española supuso un corte brutal en todos los aspectos de la vida, y también en la actividad artística, pero desde muy pronto, se observan intentos de renovación, un ansia por recuperar la modernidad y la vanguardia artística. Hubo una Bienal Hispanoamericana de Arte, inaugurada en 1951, que supuso un cambio en el Régimen en su política artística. Los intentos de renovación anteriores a la Guerra Civil fueron rescatados para ofrecer una continuidad. El cambio de actitud de las instancias oficiales hacia el arte moderno supuso una recuperación de la vanguardia, en una posguerra, en un aislamiento internacional, y con la implantación de un régimen político autoritario, que en sus programas artísticos desarrolla un lenguaje historicista, basado en modelos de nuestro pasado imperial. Todo ello no propiciaba una atmósfera de renovación. Pero sí hubo un ánimo de recuperación por parte de los artistas, de continuar reconstruyendo las creaciones que la guerra civil había devastado.
La Escuela de Vallecas.
Es importante mencionar a la Escuela de Vallecas (1927 – 1936), creada por el escultor Alberto Sánchez y por el pintor Benjamín Palencia, y un grupo de artistas en torno a la reflexión sobre el paisaje en España.
La Segunda Escuela de Vallecas (1939–1942), tuvo una duración breve, pero su valor testimonial fue intenso.
Los años 40, comienza la renovación de los 50.
También hay que destacar la creación en 1947 del Grupo Pórtico, en Zaragoza, orientado hacia la abstracción.
Otro hito importante fue la creación del grupo Dau al Set, en Barcelona en 1948, formado por Antoni Tapies, Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, y el crítico de arte Juan Eduardo Cirlot. Fue uno de los grandes grupos de la vanguardia surrealista.
En 1949 se celebró la Primera Semana Internacional de Arte de Santander, promovida por la Escuela de Altamira.
Todos estos acontecimientos ponen de relieve el hecho de que la renovación de los 50 había comenzado. La presencia de la abstracción y la herencia surrealista, crearon un campo de cultivo para el desarrollo de la abstracción informalista de los años 50.
El Informalismo español.
El Informalismo fue la tendencia a través de la cual la pintura española se incorpora a la vanguardia, alcanzando un reconocimiento internacional.
Los viajes al extranjero de los artistas les pusieron en contacto con una nueva expresividad abstracta. La Sala Gaspar de Barcelona realizó una exposición titulada “Otro Arte” en febrero de 1957, entre los que participaron Karel Appel, Alberto Burri, Willem de Kooning, Jackson Pollock, Mark Tobey, Wols, además de los artistas españoles Manolo Millares, Antonio Saura (1930-1998, y Luis Feito.
Pero el Informalismo español alcanzó características propias, se presenta con una actitud existencial ante la vida, con unos componentes puros de la pintura, como es el gesto, la materia, la mancha, y la expresión libre del color, para plasmar un grito desgarrado y sin limitaciones.
Grupo El Paso, Grupo de Cuenca.
En 1957 se crea el Grupo El Paso, fundado en Madrid, formado por Millares, Feito, Saura, Canogar y Rivera. El Manifiesto que publicaron habla de una revolución plástica.
Otros artistas del momento, plantean la abstracción como una imagen lírica, como es el caso de Fernando Zóbel (1924 – 1984), figura central del grupo de Cuenca. La exaltación del color la protagoniza José Guerrero (1914 – 1991). En todos ellos subyace una negación del color en el ámbito de la pintura, que muestra una actitud rebelde y de repulsa política, una oposición ideológica al régimen y al asfixiante contexto social y cultural.
Hay un componente goyesco, porque la negación del color surge de las pinturas negras; ello es un referente de la afirmación ideológica del Grupo el Paso.
En 1958, en el Colegio Mayor San Pablo, de Madrid, se realizó una exposición “Cuatro Pintores y un escultor”, Canogar, Feito, Millares y Saura son los pintores, y Martín Chirino el escultor. Contribuyeron a encauzar características particularmente españolas en una obra de alcance internacional.
No podemos terminar esta reflexión sin mencionar la inagotable perseverancia de algunas galeristas de la época, como es el caso de Juana Mordó. Los informalistas españoles procuraron realizar un arte de vanguardia, estableciendo una relación con las raíces autóctonas de la pintura española contempladas con una nueva mirada.